Fue la película que definitivamente toco nuestros corazones, y nos hizo ver la realidad que fue muy dura, donde el racismo y la violencia reinaban.
Una historia conmovedora, que evidencia la trágica vida que tuvieron que llevar los esclavos y la crueldad del ser humano.
es digno de admirar la valentía con la que los esclavos negros soportaban su miserable vida para mantener sus raíces y su raza.
En una necesaria y oportuna ponderación de los nefastos efectos del ahogo psicológico, la película sabe huir del sentimentalismo vacuo, es simplemente dura, sin condescendencias ni moralismos gratuitos. Por eso, de pronto chirría la inquebrantable esperanza de Northup, teórico débito de unos hechos reales que no debieran dejar lugar a la duda. Como tampoco lo deberían hacer el tópico e improbable personaje interpretado por Brad Pitt ni un edulcorado happy end que transforma la peor de las suertes en la más utópica de las mejores.
En 12 años de esclavitud la crudeza es el combustible que alimenta una pulcra estética del dolor. Los adornos visuales que definen un estilo subrayan su aplicación en las secuencias de mayor intensidad, ya sea física o psicológica.
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